Ser Latino

Mensaje a los Estadounidenses

Ser latino en Estados Unidos es una experiencia fascinante, llena de contrastes y aprendizajes. Llegamos aquí con sueños, con ganas de crecer, de aportar, de formar parte de algo más grande. Pero también llegamos con nuestra historia, con nuestra cultura, con todo lo que nos hace quienes somos. Y en ese encuentro con una nueva sociedad, a veces nos damos cuenta de que no es tan fácil entendernos.

No es que seamos tan distintos, pero venimos de un mundo donde las dinámicas son diferentes. Donde un abrazo es un saludo común, donde hablar fuerte no significa estar enojado, donde la familia no es solo mamá, papá y hermanos, sino primos, tíos, abuelos, vecinos y hasta los amigos más cercanos. Donde una conversación puede extenderse sin prisa, porque el tiempo que pasamos con los demás tiene tanto valor como cualquier otra responsabilidad.

Aquí, en cambio, encontramos una sociedad más estructurada, con tiempos más definidos, con interacciones más cuidadosas. Y aunque intentamos adaptarnos, muchas veces nos preguntamos si la distancia que sentimos es porque aún no hemos aprendido todas las reglas o porque simplemente no sabemos cómo cruzar la barrera invisible que a veces parece separarnos.

Queremos que nos conozcan más allá de los estereotipos. Que entiendan que cuando hablamos con pasión, no estamos discutiendo; que cuando nos acercamos demasiado, no estamos invadiendo el espacio personal, sino expresando cercanía. Que cuando decimos "ven a mi casa", realmente lo decimos en serio, y no solo como una cortesía vacía. Para nosotros, la hospitalidad es algo sagrado, un gesto que va más allá de la obligación.

Nos gusta la vida en comunidad, el contacto humano, el sentido de pertenencia. Por eso, si en algún momento parecemos demasiado efusivos o insistentes, no es porque queramos imponer nuestra forma de ser, sino porque así es como entendemos el mundo. Nos gusta compartir, hablar, preguntar. No es curiosidad intrusiva, es interés genuino. Nos gusta conocer a las personas, no solo como compañeros de trabajo o vecinos, sino como seres humanos con historias, con alegrías y con luchas.

A veces nos sentimos fuera de lugar en situaciones en las que el individualismo predomina. Nos preguntamos cómo hacer amigos en un entorno donde las relaciones parecen tomar más tiempo en consolidarse, donde un simple "¿cómo estás?" rara vez se traduce en una verdadera conversación sobre cómo estamos en realidad. Nos adaptamos, sí, pero también nos gustaría que de vez en cuando nos encontráramos a mitad del camino.

No queremos que cambien por nosotros, así como nosotros tampoco queremos perder lo que nos hace latinos. Lo que buscamos es un punto de encuentro, un espacio donde podamos aprender unos de otros sin que ninguna de nuestras formas de ser parezca demasiado extraña. Queremos que comprendan que nuestra alegría no es ingenuidad, que nuestra calidez no es falta de seriedad, que nuestra forma de expresarnos no es una falta de respeto. Queremos que vean que hay riqueza en la diferencia, que hay historias en cada acento, en cada costumbre, en cada gesto que traemos con nosotros.

Porque al final del día, todos buscamos lo mismo: sentirnos parte, conectar, compartir momentos que nos hagan la vida más significativa. No importa de dónde venimos, al final somos personas con ganas de reír, de aprender, de construir relaciones que trasciendan lo superficial. Y si nos damos la oportunidad de encontrarnos de verdad, de conocernos más allá de lo que parece evidente, nos daremos cuenta de que hay más cosas que nos unen de las que nos separan.

Así que, si alguna vez se cruzan con un latino que parece demasiado entusiasta, demasiado hablador, demasiado expresivo, no lo vean como algo extraño. Es simplemente nuestra manera de decir: "Aquí estoy, quiero conocerte, quiero compartir este espacio contigo". Porque para nosotros, la vida se vive mejor cuando se vive acompañada.

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