Caer para Volver Mejor
El Verdadero Origen de la Resiliencia
La resiliencia no siempre nace del optimismo, ni de la buena voluntad personal. A menudo, solo despertamos cuando la realidad nos golpea con fuerza, cuando algo que parecía ir bien se desmorona de repente.
En la zona de confort se logran resultados aceptables. Pero esa misma comodidad puede cegarnos. No nos impulsa a cuestionar si pudiéramos hacerlo mejor, ni nos exige mirar las consecuencias a largo plazo. Cuando todo marcha “bien”, rara vez nos detenemos a reflexionar.
Muchos líderes, ejecutivos o figuras públicas viven esta desconexión. Un CEO puede pensar que tiene todo bajo control hasta que, años después, los resultados revelan errores que nadie quiso ver. Y entonces, llega el golpe: pierde su cargo, su prestigio y su rumbo. Es allí, en ese punto de inflexión, donde comienza la verdadera reflexión.
Este patrón se repite una y otra vez: el fracaso despierta la conciencia, y con ella, nace una oportunidad de transformación real. Quienes logran levantarse, no solo vuelven más preparados, sino también más humildes, más humanos y comprometidos con un propósito auténtico.
Un ejemplo claro de esto es el expresidente Donald Trump. Durante su primer mandato, logró resultados concretos, pero también enfrentó fuerte oposición. En 2020 perdió las elecciones, un hecho que muchos interpretaron como su “despido” político. Sin embargo, lejos de retirarse, volvió con un enfoque más ajustado a lo que la gente realmente valora: seguridad, empleo, control. Hoy, su regreso político tiene un peso aún mayor y está marcando un nuevo capítulo.
Este ciclo de éxito, caída, reflexión y regreso con propósito no es exclusivo de los poderosos. También lo vivimos tú y yo. Puede ser un empleo perdido, una relación rota, un proyecto fracasado. Cuando la vida nos empuja fuera de lo cómodo, tenemos la opción de crecer o rendirnos.
La pregunta clave es: ¿por qué esperar al fracaso para reflexionar? ¿No sería más sabio cuestionarnos incluso cuando “todo está bien”? Aunque es difícil, desarrollar una conciencia activa nos permite anticipar, corregir y mejorar antes de que sea demasiado tarde.
Vivir con propósito no se trata de nunca fallar, sino de saber qué hacer después del fallo. Es tener el coraje de mirar atrás con honestidad, aprender sin excusas y regresar con la frente en alto y el alma más clara.
Al final, la caída no te define. Lo que haces después de caer, sí.